17 de mayo de 2015

Un viaje deseado

Después de varios meses, por fin estaba sentada en ese cómodo asiento junto aquella ventana de hermosos paisajes que tantas horas miraba pasar. Era extraño, ya estaba apunto de salir el tren, pero ella seguía mirando con ansias ese billete desgastado de tanto manusearlo, creo que sólo miraba una y otra vez el destino. Se colocó sus auriculares y suspiró, su aventura de cinco horas comenzaba. Como si estuviera apunto de hacer un examen, sus nervios no le dejaban de rondar la cabeza. Cuando ya estaba cansada de mirar la hora, de buscar posturas cómodas, de que el sol se cuele por los cristales y encandilen sus ojos claros, de cambiar de canción y de hacerse cortes en sus dedos de pasar hojas de su libro favorito, pudo reconocer a través de esos cristales, la estación de tren que tanta alegría le daba mirar. Ya estaba allí. Aún no había parado el tren y ya quería saltar del él. Tras abrirse las puertas, salió corriendo de allí, como un atleta corre al escuchar el sonido del disparo que da la salida. Tiró la maleta al suelo y como si llevaran años sin verse, gritando, saltó a los brazos de la niña de su vida, de su pareja de canto y fiel compañera de trastadas. Lo que hace reencontrarse con una hermana. El tren ya había partido a su próximo destino y ellas seguían abrazadas y llorando en aquel anden como dos niñas pequeñas que no quieren separarse de sus padres para entrar a la guardería. Por fin había conseguido sonreír de verdad después de tanto tiempo.

Era increíble, tan sólo cinco minutos juntas y ya estaban pensando todo lo que iban a hacer juntas. Llevaban ya tiempo echando de menos hacer enfadar a su madre, con al menos una trastada diaria; cantar hasta altas horas de la noche con ese programa de los miércoles; beber una cerveza mientras se cuentan de nuevo todo lo que ya se habían contado por whatsapp; salir juntas esas noches de verbena; ver películas en su propia televisión sin que nadie les cambiara de canal; pasear juntas con su perro por las calles cálidas de su pueblo; hacer de la comida que no les gustaba una batalla de alimentos... Había tantas cosas que querían hacer juntas que tenían miedo de no poder hacerlas todas en el tiempo que ella permanecería allí.

Jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la que tenían esas dos hermanas, aunque de vez en cuando se pelearan para recordar aquellos tiempos cuando eran de verdad dos niñas pequeñas.


Rafael Rodríguez


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