“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.
Oscar Wilde
Quizás todo esto venga por esa frase de
ahí arriba, que sin saber bien a que se refería su autor, puedes aplicarla a
cualquier instante de tu propia vida.
En este mismo momento, podrías estar donde sea,
haciendo lo que se te ocurra. Sin embargo, no lo haces. ¿Qué es lo que te
impide hacer lo que quieres o estar donde quieras? Todos los días te despiertas
en la misma habitación y repites la misma rutina. Ahora todo es rutinario, ¿Se supone que esto
es crecer? ¿Ser libres?
Todo ha cambiado, cualquier cosa que puedes llegar a
imaginarte no es como hace diez años atrás.
Las personas más felices suelen ser las que menos tienen, pero ¿Somos realmente
felices con todos esos bienes materiales? Nos hemos desconectados, adoramos a
personas que nunca conoceremos personalmente. Esperamos a que alguien traiga un
cambio sin pensar en cambiarnos a nosotros mismos. Hasta la forma de enamorarse
es absurda, aunque ya no estoy seguro de que esa palabra tenga un significado
universal para todas las personas. A pesar de eso, seguimos tirando la misma
moneda para tomar una decisión.
No sabría bien como acabar esto que ronda mi cabeza,
lo único que estoy seguro es que hay pocas personas que son capaces de
transmitir todo esos valores que cada día la sociedad fusila como si esto fuera
el 3 de mayo en Madrid, y cuando coincides con alguno es como cuando te
encuentras dinero en un bolsillo de un pantalón. Quizás en este mundo de “seguidores”
nos hemos olvidado de guiarnos a nosotros mismos.
Rafael Rodríguez