29 de mayo de 2015

Quisimos olvidar

La brisa que atraía hacia mí aquel olor a salitre, acompañado de varios granos de arena de nuestra playa favorita, hace dibujarse en mi rostro una sonrisa tonta de la que no puedo librarme. Cierro los ojos cada vez que las olas rompen, y dejo pasar todos los recuerdos junto a ti: rompiendo el ocaso con nuestro amor, disfrutando juntos de estas aguas, observarte desnudo mientras te fumabas el último cigarrillo... Lo que daría por volver al pasado y sentir ese amor que nos rodeaba segundo sí, segundo también.

Ahora vengo todas las tardes a esta playa, para dejar que su paz me rodee, me acune y me haga sentir bien, dejando de lado el dolor, el desamor, los problemas. Todo. Con las olas, tú sigues como hace meses, yo te sigo amando como siempre, y nuestra cama nos pide que vayamos como todas las noches. Cuando las olas se desvanecen, esos sueños también.

Todos cambiamos, los dos cambiamos demasiado. Ambos quisimos olvidar, ambos olvidamos. Y ahora soy yo la que está aquí, en nuestra playa, sonriendo y con todas tus  fotos en mi mano. Necesitaba recordar lo que fuimos. 

El sol se está despidiendo de mí. Vuelvo a sonreír, y me levanto, volviendo a cerrar los ojos cuando el olor a salitre vuelve a penetrar en mí. Inhalo, exhalo. Escucho el cantar de las gaviotas, mientras me acerco más a la orilla y noto como mis pies se humedecen. Sonrío tanto que dejo al descubierto mis dientes. ¡Adiós! Suelto todas las fotos y dejo que el mar y la brisa se las lleven a quién sabe donde. 

Le doy la espalda a aquel cielo anaranjado, sintiéndome libre. Yo también puedo esparcirme por todo el planeta como una nube, como los rallos del sol, como la brisa. Sé que sigo siendo la misma.

Jesús González

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