26 de junio de 2016

Dos corazones

En la oscura noche, dos corazones se encontraron. Dos corazones que iluminaban hasta el último hueco de la ciudad. 

Él rozó su mano con timidez. Ella se recogió un mechón de pelo tras la oreja y sonrió ruborizada. Las sombras no podían acercarse a ellos, su luz las repelía como el sol a los vampiros.

Entrelazaron sus manos y se levantaron de aquellos asientos para adentrarse en la pista de baile. Ahí, bailaban perdidos entre la oscuridad, las sombras, las siluetas. Su amor furtivo se contoneaba junto a ellos agitándose sin control. 

La canción se volvió lenta y las sombras intentaban romper la coraza de ambos, pero no lo conseguían. Y, ahí, con el sudor en sus frentes, las mejillas ruborizadas, rodeados de gente y sombras, juntaron sus labios en el beso más puro de la noche, provocando que todos los focos se encendieran y estallaran en millones de luces que echaron a las sombras, a la oscuridad y al mal de aquel antro. 

Sin embargo, las sombras estarían acechando, esperando el momento de romper su coraza y hacer que sus manos jamás se entrelazarán más. Quizás, algún día, lo consigan.
Un amor no es eterno de forma innata, hay que hacerlo. 

Jesús González