10 de septiembre de 2019

Sombras

La luz de la farola titila, apurando los últimos segundos de su existencia. La brisa acaricia mi cuerpo y me estremece mientras inhalo el aroma a césped mojado. Mis zapatillas blancas han sido bañadas por una capa de barro oscuro, que me hace culpable. Pero, sin mirar atrás, sin centrarme en las manchas secas y rojizas en mis manos, camino hacia la nada para ocultarme entre las sombras, una vez más.

30 de septiembre de 2017

Odio

Y con aquella brisa otoñal apareció aquel amor.

Era luz, era calor, era color.

Pero cuando el otoño dijo adiós,

aquel camuflaje desapareció.

Las caricias hacían daño.

Las palabras quebraban.

Los gritos ahogaban.

Grietas y heridas abiertas

por un brazo que se torna cinturón,

rompiendo el viento,

manchando el amor.

Abrió los ojos y luchó,

condenando su paz, su calma.

Y puso fin a aquel amor armado,

a aquel cuento de hadas marchitado y ensuciado...

…por odio.



Jesús González 

24 de septiembre de 2016

Libres

Hojas movidas por el viento, 
arrastradas hacia un paradero desconocido, 
expectantes ante ese nuevo futuro, 
dispuestas a vivir de nuevo. 

Un amor desconocido alentando tu llegada,
aullando un calor desprendido de piel,
soñando con una mitad inesperada.

Dos hojas caídas en el mismo suelo,
moviéndose al compás de la brisa,
juntas, unidas para siempre.

¿Existe un para siempre?
Hay quiénes no creen,
quiénes lo intentan impedir,
quiénes pisan las hojas y las hacen añicos.
El amor no siempre se acepta. 

Hay que dejar ser libres,
volar y caer una y otra vez,
secarte, pudrirte, sanarte, vivir. 


Jesús González

5 de septiembre de 2016

No.

Y en la orilla de ese mar,

dejando que la salitre me envuelva,

pensando que retienes mi corazón con las manos,

respiro hondo y mis pulmones florecen,

mi sangre prende un incendio en mí.

Y cuando rompe la última ola,

te digo: no



Jesús González

24 de agosto de 2016

Trotamundos



Cuando se quiso dar cuenta ya estaba en un nuevo viaje. Sentado en el fondo de un autobús con destino a "enriquecerse con todo lo que pueda y más".
Vivía en un continuo cambio visual que hacía de él una veleta que se alimentaba del viento del descubrir nuevos lugares.

Apoyado en el cristal que vibraba y balbuceaba historias en forma de arañazos y roturas que no eran más que vivencias, podía mirar más allá del paisaje.
De todo creaba historias. Los molinos que se transformaban en gigantes se quedaban cortos a su imaginación, hasta Quijote quedaría despavorido de tal viaje a través de su mente .

Viajar es vestirse de loco, decía. Es "no me importa". Es querer regresar. Regresar valorando lo poco; saborear un café, una puesta de sol, sacar una sonrisa desconocida, es decir regresar.

Podría seguir dando detalles que agudicen vuestro sentidos y así puedan entender de qué va esta vida, pero estaba tan inmerso en la libertad del "adornar su vida con experiencias que ricen la piel" que lo único que aconseja es que viajen.



Rafael Rodríguez