1 de mayo de 2016

Delirante ilusión

Año 2245. A mis pies toda una nación. Los tambores alardean mi llegada, las miradas de los caídos besan mis pisadas, las lágrimas derramadas aplauden mi canto. 


Todo un imperio obedeciendo mis órdenes.

Me siento embriagado de poder. Los dioses se arrodillan ante mí. Hoy he ganado, hoy el dolor por fin ha merecido la pena. Mi destino es grande. Soy joven, tengo vida. ¡Soy la vida! La gloria está en mis manos. 


¡Encended las luces! ¡Yo soy el terror! Me emborracha vuestro dolor, vuestro sufrimiento. Digno manjar para mi paladar.

Entonces, cuando toda mi luz alumbraba hasta el último rincón de este imperio, todo se apaga. Asquerosos traidores, yo era vuestra vida, ¡vuestra voz! Todo mi imperio convertido en un frágil cristal. Solo hay una solución entre toda esta sangre: mi caída. 

Me hundo. Mi sueño hecho una basura. Todo era una mentira. Todo es más oscuro aún. ¿Dónde estoy? En el final.

Ahora, en mis manos el fin, la derrota, mi caída... mi gran caída. Un sorbo de mi propia decadencia y mi cuerpo cae al suelo, junto a las luces que alumbran mi rostro, junto al imperio que tanto adoraba, junto a los aplausos que mi voz ganaba y junto a todos los ojos muertos que un día, yo maté.


Jesús González

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