10 de julio de 2016

Insospechado

A veces, hay momentos que necesitamos detener nuestra vida, tomar un respiro, dejarnos en pausa. Quizás estás cansado de andar cuesta arriba y no encontrar la bajada por más que camines. Quizás nada sale como lo has planeado, aunque te esfuerces una y otra vez. Quizás nuestro corazón se ha cansado de amar o esperar a que sea amado. 

Ahí, en esos momentos, deseamos guardar todo en un cajón y dejarlo en "stand by" para recuperarnos. Podemos tardar minutos en emanar energía, tal vez horas, días, semanas, meses o años. Toca esperar a que nuestro ser se repare en su totalidad. Pero hay algo que no podemos perder, la fe. 

Como bien oí una vez, 
la esperanza es el sueño del hombre despierto.

Un día puedes levantarte y ver esa luz, ese amanecer que nunca imaginaste. Puede que algún día te levantes y veas ese corazón que late con furor y activa el tuyo de forma insospechada. Entonces reirás y sabrás que no todo debe ser planeado, que hay que dejar que las cosas tomen su curso natural. 

Como canta Anahí, 
"hay que aprender a creer que todo puede ser." 

No dejes tu vida, solo date un respiro, coge aire y deja que todo fluya. Deja que ese algo o alguien inesperado llegue a ti cuando menos te lo esperes y disfrútalo cada segundo de tu vida. 

Nunca pierdas la fe. 

Jesús González

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